Nuestra Vida Orante
La oración nos
conduce a la plenitud del amor y nos encarna en la vida y los problemas de la
Iglesia y del mundo. De modo que, la vida de tod@ Sierv@ debe retroalimentarse
permanentemente con el diálogo constante entre oración y vida apostólica.
Entendemos que de la oración obtenemos las fuerzas necesarias para poder
entregarnos de lleno a nuestros apostolados y que también, la vida apostólica
es un alimento esencial de nuestra vida orante.
La entrega a la oración espontánea, una oración dialogal con el Señor, es de suma importancia para desarrollar sentimientos de confianza filial y fraterna con nuestro Padre/Madre Dios y nuestro Hermano Jesucristo.
Ponemos gran empeño en convertir nuestras actividades cotidianas en expresiones orantes y nuestra vida entera en oblación permanente.
Jesús, el Siervo de
l@s sierv@s, fue un hombre de profunda vida orante. Según lo narrado en los
Evangelios, se ocupaba de cultivar su vida interior retirándose al desierto o
en la Sinagoga, y nos dejó como legado la posibilidad de acceder a una relación
personal y de confianza con Dios, un Dios cercano que derrama sobre nosotr@s,
sus hij@s, un profundo amor Paterno/Maternal.
L@s Sierv@s estamos llamad@s a vivir la contemplación en la acción
liberadora. La realidad cotidiana se convierte en el marco esencial de nuestra
vida orante. De este modo, no reducimos la experiencia de Dios puramente a lo
espiritual, o a lo apartado del "mundo", sino que leemos a nuestra realidad en
clave teológica: escuchamos la voz de Dios en el grito del/a herman@ sufriente,
descubrimos su potencia creadora en la maravilla de la creación, experimentamos
su Amor Misericordioso a través de su perdón, lo encontramos en el silencio y
la soledad, pero también en las vivencias familiares y comunitarias, en la
alegría y en la tristeza.
Nos asumimos contemplativos con la realidad a cuestas, con el corazón
dirigido hacia el "mundo", del mismo modo que el Siervo de l@s sierv@s, encontrando
en la realidad contextual el medio necesario para hacer presente el Amor de
Jesús, experimentado a partir de la liberación.
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